La naranja y el ateo
Un ateo dictaba una conferencia ante un
gran auditorio, y después de haber finalizado su discurso, invitó a cualquiera
que tuviese preguntas a que subiera a la plataforma. Después de unos momentos
un hombre que había sido bien conocido en la localidad por su afición a las
bebidas embriagantes, pero que había sido salvo recientemente, aceptó la
invitación, y sacando una naranja del bolsillo comenzó a pelarla lentamente.
El conferencista le pidió que hiciera la pregunta;
pero el hombre continuó imperturbable pelando la naranja, al término de lo
cual, se la comió. Cuando terminó de comérsela se volvió al conferencista y le
preguntó:
-”¿Estaba dulce o agria?”-
-”No me pregunte tonterías-respondió el orador con señales evidentes de enojo-. ¿Cómo saber el gusto si no la he probado?
-”No me pregunte tonterías-respondió el orador con señales evidentes de enojo-. ¿Cómo saber el gusto si no la he probado?
El borracho convertido respondió:
-Y ¿cómo puede usted saber algo de Cristo si nunca lo
ha probado?
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